Sakuya 5 del Sonido
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| Tema: Bajo la luz de la luna Vie Oct 23, 2009 3:47 pm | |
| "Bajo La Luz De La Luna" -NaruSaku- Capitulo 1
Oscura Existencia Hombre o bestia, sin ser su conjunción Aunque de ambos soy consecuencia La bestia siempre habitará en mi esencia El Hombre, en las ruinas de mi corazón... La bestia, criatura de lo horrendo El hombre, una cáscara vacía Aguarda la salvación que no llega Vive en los fuegos del infierno eterno... Mi anhelo, ver el sol una vez más Al igual que un amoroso abrazo ansío Pero, el amor nunca será mío y el sol jamás calentará mi faz ... Destinado a deambular la oscuridad Solitaria es mi oscura existencia Busco saciar mi oscura apetencia Aunque es hambre de amor y claridad...
Ahogado en un océano de soledad y amarga desesperación, Naruto Uzumaki permanecía sentado frente a la enorme chimenea, con la vista fija en el fuego. Las llamas voraces crepitaban vividamente en brillantes tonos de rojo y amarillo, con deslumbrantes matices azules y verdes. Distinguía claramente cada llama danzante, cada sutil sombra y matiz. El fuego, su mayor enemigo, junto con la dorada luz del día. Luz del fuego, luz del sol, ambas tenían el poder de destruirlo. Un suave suspiro le broto de los labios. Cada vez mas cansado de su existencia, tan, tan harto. Cada noche era igual a la anterior. La vida, tal cual la conocía, había perdido el brillo, ya no quedaba sorpresas, tan solo un viejo instinto de supervivencia. Mientras miraba como se contorsionaban las llamas, se preguntaba por que habría que preocuparse. No tenia ninguna razón suficiente para seguir adelante. Podía inspirar pasión pero no amor, exigir obediencia pero no afecto. Era capaz de cambiar de forma a voluntad, moverse con increíble velocidad, desafiar la ley de la gravedad, disolverse en tenue bruma o desaparecer totalmente. Aun así, en esa fría noche de octubre, sus poderes sobrenaturales no significaban nada. La noche. Miro a través de la ventana cubierta de plomo, más allá de la oscuridad. Había visto la luna salir por más de trescientos años, pero había sido privado de la belleza majestuosa de la luz del amanecer. Quizás haya llegado el momento de observar el nacimiento de un último día por última vez. Se levanto, camino a través de los pasillos angostos y oscuros de la casa donde había residido durante la mayor parte de los últimos cincuenta años. Era una casa amplia ubicada en una tranquila calle de una zona residencial de la ciudad. La había remodelado en dos ocasiones; la primera, por estar cansado de los alrededores y simplemente desear un cambio; la segunda, con intención de venderla y mudarse. Recorrió cada habitación, despidiéndose de los tesoros que había acumulado durante el curso de su existencia preternatural (que excede las capacidades de la naturaleza humana). Se detuvo y deslizo las manos sobre aquellas cosas que había atesorado por una u otra razón: una talla de marfil de Venus, un zorro de nueve colas cincelado en una sola pieza de secuoya, un unicornio de onix… se detuvo frente a su pintura favorita, la que representaba un amanecer sobre un cristalino lago de montaña rodeado de un bosque de pinos. La observo durante varios minutos intentando recordar la sensación de tibieza del sol en el rostro. Se traslado hacia la biblioteca, permaneció de pie frente a los estantes que cubrían las paredes del suelo al techo. Apenas aprendió a leer, amo los libros y paso años recorriendo el mundo para coleccionar lo que ahora estaba en los estantes. Muchas eran primeras ediciones autografiadas por los autores. Algunos eran tan antiguos que corrían el peligro de desintegrarse. Otros eran antiquísimos, como el de los salmos medievales del siglo XIV, una hermosa pieza de arte cuidadosamente escrita e ilustrada a mano. Su colección también incluía una Biblia manuscrita por monjes de la cual cada página era una obra de arte. Poseía libros y manuscritos que eran realmente incunables. Algunos de ellos estaban escritos en corteza de árbol de bambú, en lienzo o seda. Uno en particular había sido tallado en placas de metal. Otro, un <<parabaiks>>, era un libro plegable que mediante escritura e ilustraciones relataba la vida de buda. Tantos libros. Ningún mortal común podría vivir lo suficiente para coleccionarlos y menos aun leerlos. Pero el los había leído todos por lo menos una vez, y en algunos casos, varias veces. Y esta era una de las muchas estanterías de libros que había en la casa. De unos de los estantes inferiores, extrajo un grueso volumen titulado “historia antigua, mitos, realidad o ficción”. Se desplomo en una de las sillas, hojeo rápidamente las páginas y miro las imágenes hasta que se detuvo en una que capto su atención. Era un pequeño dibujo en blanco y negro de una mujer en una hoguera rodeada por una furiosa turba que agitaban antorchas sobre sus cabezas. La reseña decía <<Sakura haruno, acusada de brujería, ardiendo en la hoguera>>. Examino la imagen que lo cautivaba por que la mujer tenía un extraño parecido con kotoko, su amada kotoko. Cerró los ojos durante unos instantes y recordó a la única mujer a la que había amado: kotoko quien había muerto a los veintiún años, al dar a luz a su pequeño hijo. No había vuelto a conocer el amor desde su muerte, y no esperaba hacerlo, no ahora, que sufria la maldición del oscuro truco.
Continuara....
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