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 Curiosidad - Fanfic

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MensajeTema: Curiosidad - Fanfic   Curiosidad - Fanfic I_icon_minitimeLun Ago 31, 2009 2:25 am

Koinichiwaaa, o debería decir Konbanwa?
Depende a qué hora lean esto XDDD
Este es Un fic que, bueno, encontré por ahí, pero que modifiqué. Originalmente era un One-Shot, pero lo alargué a tres capítulos n///n
Es un original GaaHina, sólo que en alución a mi modificación, es un GaaHana XDD
Y un par de cosas más n///n
Ya lo tengo escrito, pero pondré la primera parte nada más hoy n.n
Espero que les guste, y opinen lo que quieran, si? n///n


____________________________________________________________________________________

Curiosidad

Capítulo 1

La noche era fría como el invierno, era una sorpresa la temperatura que abrumaba al pequeño pueblo de Konohagakure. El pelirrojo bufó al sentir como el frío aire entraba por la recién bajada ventana de su jaguar negro. Botó el cigarrillo que había estado fumando desde hacía unos minutos atrás y la cerró de inmediato.

Fijó sus orbes aguamarinas en el camino oscuro que lo llevaba hasta su más grande perdición, estaba cansado, había pasado toda la noche manejando, para ver a su nueva presa, ¿Por qué no fue ella hasta él, si era la necesitada? Estas eran las razones por las que odiaba ser un servidor sexual.

Oh, y pobre de aquel que osara llamarlo prostituto, él era todo un caballero, que podía llevar a una mujer al orgasmo en medio de un segundo, cosa que no cualquier hombre podía hacer. Era el varón más buscado y pagado de toda Suna. Y sin embargo, él tenía que ir a ver a esa niña malcriada, ¿Cómo se llamaba?

¿Konami…?

¿Torabi…?

¿Haruhi…?

¿Tanaji…?

De todas formas no importaba, el hecho era que la joven le pagaría bien, muy bien para ser sinceros, era una recién heredera que había pasado toda su vida cuidando a un anciano decrépito. Los Hyuuga, eran una de las familias más adineradas de Konohagakure, y vaya que tenían elegancia.

Según los datos que poseía, su presa era bastante inocente, nunca había tenido novio, no salía, era torpe, y bueno ¿Qué más decir? Era el tipo de chica a la cual en la secundaría habría apuntado con su dedo índice y sin pensarlo dos veces, gritaría ‘¡Asocial a la vista, cúbranse!’.

El letrero de “Bienvenidos a Konohagakure, la ciudad amistosa”, había quedado unos cuantos metros atrás, cruzó en una calle hacia la derecha mientras pasaba por un montón de domicilios, la monotonía de los pueblos así, solía causarle asco, ¿Cómo todos podían comprar casas iguales? Las comunidades eran un asco. Volteó sus ojos sintiendo como su sangre le calentaba el cuerpo, sentía ira por haber tenido que venir. Sin embargo no se negó ¿Por qué? Muy fácil. Curiosidad.

‘La curiosidad mató al gato, hermanito’

Maldito Kankuro.

Miró con recelo la mansión en la que había estado el verano pasado. Detuvo el auto permaneciendo dentro, el motor hacía un ruido sordo que le permitía calmar sus nervios, y no era que estuviera nervioso de ansioso, era el simple hecho del estrés, solo molestia, era más que nada molestia. Se sentía molesto, ¿Para qué la chiquilla esa querría tener sexo con el? Lo había meditado durante todo el camino.

¿Venganza hacía su hermana mayor?

¿Curiosidad?

¿Disfrutar un rato con uno de los mejores servidores sexuales de Suna?

¿Qué la motivaba?

La ventanilla sonó ante el choque de unos nudillos, Gaara miró desconcertado al extraño joven de cabellos castaños. Su piel pálida parecía hacerle competencia al blanco de la casa, su ceño fruncido alertó al Sabaku de su estado de humor, con un suspiro bajó la ventanilla.

— ¿Usted es Sabaku no Gaara? —.

Su voz formaba un suave eco bajo el manto de la noche. El pelirrojo solo asintió

— Sígame por favor.

Y así hizo, sin hacerse de rogar. Bajó de su auto siendo recibido por una ráfaga de viento frío, entró a la casa siguiendo al Hyuuga, la sala no era muy grande. Las paredes eran blancas y estaban detalladas con líneas horizontales doradas, el suelo tenía una pequeña alfombra de piel, y sobre esta reposaba una mesa de madera siendo rodeada por unos muebles del mismo color que la alfombra.

— Soy Neji Hyuuga — El aludido le indicó con la mano que se sentara. — Primo de Hinata, y Hanabi

Hanabi... Bueno, agradeció que no se llamara Tanaji.

— Mucho gusto — Le sorprendió no reconocer su tono de voz — Sabaku no Gaara, ¿Conoce la causa de que me encuentre aquí? — Los hombros del joven se tensaron, mientras que él prefirió relajarse.

Gaara apoyó su mano derecha sobre el mueble mirando de forma segura al Hyuuga.

— Si — Respondió cortante.

— ¿Le molesta? —. No quería provocarlo, simple curiosidad.

— No podría responder eso, en realidad creo que Hinata, debía esperar algo mejor — El pelirrojo alzó sus ojos, ¿Qué era mejor que el? — Y no lo digo con ganas de ofender, me refiero a que debía esperar a que el amor llegara a ella.

— ¿Quiénes más están al tanto?

— Hanabi, Hinata, usted, y yo. Pero en la casa solo estamos Hanabi, usted y yo

— ¿Y Hinata?

— Salió, compras — Dijo sin mucho interés

— ¿Dónde está Hanabi?

— En su habitación, mañana se verán, desayunarán juntos y en la noche hará lo que vino a hacer, luego podrá irse y continuar con su vida normal — Se inclinó y tomó un pequeño sobre amarillo, lo arrastró hasta que quedase frente al pelirrojo — Ahí está la primera parte, el resto del dinero se le entregará al finalizar su trabajo. Deseo pedirte, no, más bien, advertirte. Si a Hinata le llega a suceder algo, tu pagarías las consecuencias, no permitiré que llegues a hacerle algo malo ¿Comprendes?

— Claro y directo — Respondió con un aire liberal.

El Hyuuga se levantó de su asiento y caminó hacia la entrada de la sala.

— Sígame, lo guiaré hasta su habitación.

El pelirrojo entró en la habitación que le había indicado el Hyuuga. Dejó caer su cuerpo tenso sobre la cama y soltó un suspiro. ¿Por qué seguía ahí? Quería salir de esa casa, se sentía incomodo. Se alzó una vez más y se deshizo de sus ropas, encontró – Para su sorpresa – Algo de ropa dentro de las gavetas, asomó su rostro masculino por el baño, gruñó y se metió directo a la regadera.

El agua caliente hizo un contacto sordo con su piel. Sintió como el entumecimiento a causa del frío desaparecía dejando una paz sobre los huesos de su cuerpo, suspiró una vez más, estaba cansado. Reflexionó en silencio, y se dio cuenta de algo. Esto era algo monótono, no era molestia, era emoción, los últimos años había sido todo igual, conocía ya a sus clientas, todo era la misma situación, la misma cama, los mismos cuerpos. Y se había dejado hundir en algo que no lo llenaba, que lo hacía sentirse vacío.

Había perdido el sentido de la realidad y solo continuaba con una rutina. Cuándo aquella mañana recibió la llamada, se sintió dudoso, porque eso no estaba entre sus planes, viajó lo que tenía que viajar porque deseaba ver algo nuevo, un nuevo cuerpo. Escuchar nuevos gemidos de placer. No se sentía nervioso de molesto, se sentía nervioso de ansioso, porque estaba experimentando algo nuevo. Dejó que su cabeza reposara en la pared mojada del baño.

¿En qué momento había caído en la monotonía que odiaba?

Sentía curiosidad, emoción ante la desconocida Hyuuga. Sentía curiosidad, una curiosidad que lo estaba carcomiendo vivo. Cerró el agua y tomó una toalla envolviéndola en su cintura, salió de la habitación y se encamino hacia la cocina. Supuso que estaría del otro lado del comedor, paso por el pasillo y entró a lo que – Gracias al cielo – era la cocina. Abrió el refrigerador sintiendo como su piel reaccionaba ante el frío del refrigerador.

—How can I decide what’s right, when you’re clouding up my mind? I can’t win your losing fight all the time…

Gaara dudó ante la suave voz que se escuchaba, se asomó y vio un cuerpo inmóvil sentado en el mueble, su suave canto arrullaba toda la sala, notó los audífonos que reposaban sobre sus oídos, mantenía su cabello suelto y miraba hacia la ventana. El pelirrojo supo que era Hanabi, sin embargo una sensación de temor lo invadió. Salió de inmediato hacia su habitación, no había que apresurar las cosas. Mañana la conocería.

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MensajeTema: Re: Curiosidad - Fanfic   Curiosidad - Fanfic I_icon_minitimeMiér Sep 02, 2009 12:51 am

Capítulo 2

Hanabi suspiró nerviosa, sentía el aire denso a su alrededor, tomó de nuevo la taza de té entre sus manos y olió con deleite la vainilla. Suspiro por enésima vez.

— ¿Dónde estará? — Dijo Neji

La Hyuuga comprendía la impaciencia del castaño, por la simple razón de que ella lo había impacientado. Desde el amanecer se había parado para preparar el desayuno, en el cual a cada cinco minutos miraba hacia el pasillo, por si se avecinaba ese joven. Aún no lo conocía de forma física, aunque no parecía importar mucho, el punto era sacarse esta curiosidad de encima.

Una vez listo el desayuno, Neji comenzó a comer, y ella seguía desviando la mirada cada tanto hacia el pasillo, pronunciando de vez en cuando ‘¿Seguirá dormido?’ o ‘¿Estará bien?’ y claro, finalmente pasó a tomar el té dejando salir suaves suspiros de resignación. De lo más seguro había huido la noche anterior. Ella no se atrevía a asomarse en su habitación, pues si ahí se encontraba, se vería desesperada. Y aunque así fuera, no era necesario demostrárselo, sería humillante. Tampoco quiso asomarse a ver si el auto del joven se encontraba, porque, no quería afrontar que el se había ido.


— Iré por el —
Neji se levantó de su asiento

Hanabi se alzó al tiempo para detenerlo y alcanzó tomar su brazo, pero entonces se fijó que su primo no se inmutó, ni siquiera la estaba viendo, tenía sus ojos fijos en algo, o en alguien…

Volteó su mirada y se encontró con aquellas orbes marinas, toda una delicia. Su mentón estaba alzado y su ceño fruncido, llevaba un traje negro algo informal, sus cabellos eran rojos y ardientes. Hanabi sintió que la boca se le secaba.

Sus ojos se fijaron en la figura de ella, y el sonrojo salió a flote se inmediato, Neji gruñó al notar lo descarado que estaba siendo el Sabaku.

Quién admitió que era toda una belleza, como una flor delicada, una rosa blanca que se rodeaba de rosas negras, todas iguales, y ella… Ella era la única. La belleza personificada. Su piel pálida hacia un contraste tan exquisito con sus cabellos negros azulados, que le llegaban a la cintura, una cintura que provocaba estrecharla entre sus brazos y apegarla a su cuerpo que comenzaba a reaccionar con la hermosa belleza que tenía en frente.

Si, abrazarla, que delicia sería sentir esos pechos de gran tamaño chocando contra el pecho propio. Palpar esos glúteos que estaban deliciosamente redondeados y ocultos tras esa pequeña pijama. Su rostro tan inocente le robaba cualquier signo de mujer. Aún mantenía su mano aferrada al brazo de su primo mientras su sonrojo aumentaba, desviando la mirada del pelirrojo.

— Buenos días — Dijo el Sabaku.

Hanabi tembló ante esa voz ronca y varonil, autoritaria debía admitir. Tomó asiento frente a ella, Neji se encaminó detrás de él comenzando a lavar los trastes, Hanabi se sentó y continuó tomando su té.

— Así que usted es Hyuuga Hanabi —

— Y usted Sabaku no Gaara

Dios, que voz, parecía el canto de los ángeles, dulce, melódica…

— ¿Qué la hizo pedir mis servicios? — La curiosidad lo carcomía.

— Curiosidad — Respondió ella sin mirarlo.

— La curiosidad mató al gato

Maldito Kankuro.

— Afrontaré el riesgo — Gaara la miró de reojo y mordió su pan tostado.

— ¿Por qué no espera a que el amor llegue a su puerta?

— Porque no creo en el amor.


— ¿Le habían roto el corazón?

— No lo he experimentado.

Claro, ¿Cómo experimentarlo cuando te pasas la vida pendiente del suero de tu padre? Gaara alzó la taza de té y comenzó a beber.

— Soy virgen.

Neji se apresuró a darle unas palmadas en la espalda, se había ahogado, aún no asimilaba sus últimas palabras.

¿Soy virgen? ¿Qué le habían hecho a esta pobre chica? ¡La habían privado de uno de los más grandes placeres de la vida! El sexo, claro que no había amado, con razón. Sintió una ráfaga de furia al imaginarse la vida de la chica condenada a cambiarle los pañales a su padre.

Apretó sus puños.

¿Pero como culpar al padre? El diablo hacía lo que tenia que hacer, y el ángel igual, no era culpa de Hanabi que hiciera lo que su corazón le dictaba, arruinarse la vida para tratar de darle los mejores últimos años a su padre. Y ahora no conocía lo que era el amor, la vida, el placer. La rabia paso a una satisfacción, sería el quién le enseñara todos esos aspectos. Le agradaba la idea, más de lo que debería.

Pero aún dudaba, ¿Por qué no había tenido sexo? Si era capaz de tenerlo con un prostituto, pudo hacerlo hasta con Neji. Se imaginó al castaño follándose a Hanabi en la sala, y oprimió esa sonrisa maléfica, quiso voltearse para ver hacia Neji pero eso se hubiera visto extraño, el castaño permanecía quieto, seguramente ya había terminado de lavar los platos. Quizá algún amigo, muchos desearían tocar ese cuerpo de diosa, pero claro. Miró el rostro de la Hyuuga desfigurado por la preocupación, tan dulce. Claro que entendía. Nadie desearía arrebatarle la virginidad a la joven, era demasiado angelical para cometer ese pecado.

— Estoy bien — Las facciones de la Hyuuga se calmaron, y esbozó una sonrisa.

¡Que golpe más devastador! Esa era una de las más hermosas bellezas. Si fuera un artista, habría capturado esa hermosa visión en un cuadro.

— Dígame señor Sabaku — Dudó por un segundo — ¿Cuántas veces puede llevar a una mujer al orgasmo?

— Cuantas ella quiera — Lo pensó un segundo — ¿Sabe que va a suceder?

— Si, sino no me encontraría… Ansiosa por sentir eso, es curiosidad. — Gaara sonrió

— Dígame entonces, ¿Qué sucederá?

— Usted unirá su cuerpo con el mío — Se irguió para demostrar la seguridad que tenía. Gaara se inclinó para mirarla de forma seductora.

— ¿Has visto alguna vez el cuerpo de un hombre, desnudo chérie?

Hanabi tembló y deseo reprenderlo por llamarla de esa forma, pero la realidad era que le agradaba, nadie jamás le había llamado “Cariño” o “Corazón” En español, francés, y cualquier idioma existente. Para todos era ‘La señorita Hyuuga’ Señorita, recalcó con enfado.

— No, jamás. — Gaara sonrió

— ¿Sabes con qué profundidad voy a poseerte cuando me introduzca dentro de tu cuerpo? — Hanabi respiró con dificultad, pero se mantuvo erguida.

— No, no lo sé. Pero quiero saber, monsieur. Quiero saber lo profundamente que van a penetrarme sus dedos y su cuerpo.

—Penetrar no es poseer, chérie

—Temo que no entiendo sus palabras. —

Hanabi estaba aferrándose con fuerza a la taza de té.

—La penetración física varía: de doce a veinticinco centímetros, dependiendo del tamaño del miembro erecto del hombre. Una mujer puede recibir a un hombre dentro de su cuerpo y, aun así, mantener el control sobre sus emociones. Pero cuando ella yace debajo de él; cuando jadea en busca de aire y comprende que sólo su aliento es capaz de sostenerla; cuando siente que sólo el cuerpo masculino la hará llegar hasta el orgasmo del que depende su propia vida; en ese momento, chérie, y sólo en ese momento, un hombre posee a una mujer.

Sintió que caería desmayada. Se estaba acalorando, y no era precisamente el calor de la mañana lo que la estaba atormentando. Eran esas palabras tan profundas cargadas de deseo que salían con ese tono de voz ronco que la hacía estremecerse. Eran esos ojos que la miraban con deseo, que se fijaban de vez en cuando en su escote y la hacían sentir una mujer. Una mujer deseada.

Era una sensación extraña, pero tan deliciosa.

Hanabi se comenzaba a impacientar, y para tratar de disimular ese descontrol que el le estaba proporcionando se defendió

— No entiendo porque mantenemos esta conversación


— La estoy preparando para esta noche — Hanabi por primera vez fijó sus ojos en los de él. Gaara se contuvo de abalanzarse sobre ella y colocarla sobre la mesa, para comenzar a penetrarla con deseo y desesperación

— ¿Y a qué profundidad me penetrará,señor Sabaku?

—Veinticinco centímetros, chérie.

Veinticinco centímetros. Estaba a punto de perder el conocimiento.

— Creo que ya es suficiente, Hanabi, tenemos que ir a la fiesta de Ino — Hanabi fijó su mirada suplicante en Neji.

Gaara la miró, sintió la necesidad de protegerla, secuestrarla y llevársela lejos. ¿Qué le hacía esa mujer? Resignada la pelo-azul se alzó de la mesa y comenzó a caminar hacia el pasillo, no había mucha distancia, tres pasos y se detuvo. Se volteó y miró al pelirrojo quién fijó sus ojos en los de ella, le encantaba mirar esos ojos, únicos.

— ¿Sería demasiado pedir que me acompañara?

Gaara alzó la mirada

— Bueno, prefiero eso a quedarme acá sin hacer nada — Sonrió.

Los ojos de la Hyuuga se iluminaron y le devolvió la sonrisa para después salir hacia su habitación, Gaara se dio cuenta que ella era aún una niña, una niña inocente que suplicaba por conocer el placer de una mujer, y que el sería la persona que se hundiría en el infierno por tocar la piel de seda del ángel más hermoso que había caído sobre la tierra.


— Benditos sean los pecados —
Susurró y se alzó de la mesa, Neji lo guió y le dio un traje formal. Bastante formal.

Salió intentando acomodarse el maldito laso, comenzaba a estresarse, al alzar su mirada quedó de piedra al verla con sus cabellos recogidos, un vestido azul simple, sin tiras y con una cinta blanca recorriéndole la zona bajo sus pechos, le sonrió con dulzura y se apresuró a acomodarle el laso. El Sabaku no pudo pronunciar palabra alguna. Entraron a la limosina de la Hyuuga, Gaara se sentó junto a Neji mientras Hanabimiraba hacia la ventana.

Él la entendía, él solía hacer lo mismo. Ver hacia la ventana, era una forma de ver lo que deseaba hacer, estar afuera, y no adentro. La casa de Ino era algo asombroso, era la diferencia, era más grande, y de tonos llamativos. Una rubia salió de la casa hasta el carro de Hanabi, la Hyuuga se bajó del auto y la abrazo.

— Hana, siento mucho lo de tus padres, pensé que no vendrías.

— ¿Cómo perderme tu baby shower? — La rubia sonrió.

Entraron dejando al pelirrojo fuera con Neji. Recargaron sus cuerpos sobre la limosina cruzándose de brazos, que patético se debía ver. En ese momento llegó un rubio, junto a una chica pelo-rosa, la mujer se aferraba al brazo de este, mientras saludaban a varios de los invitados que hablaban animadamente en el césped, tomando comida de las mesas bien abastecidas que habían, y el otro montón se concentraba dentro de la casa dejando los regalos que habían traído.

— ¡Hey Neji! — Gaara miró al rubio, la pelo-rosa se fijaba únicamente en el Sabaku. — Vaya, que sorpresa, ¿Y Hinata?

— Está adentro — Dijo cortante

— Vaya, la rata de laboratorio salió — Mencionó Sakura sonriente.

Se separó del rubio justo antes de que Neji replicara y se encaminó hacia la casa. Gaara fue detrás de esta, la Haruno lo notó y comenzó a contonearse cual pavor real. Quizá perra en celo le hubiera quedado mejor, Gaara bufó y le paso por un lado. Sakura pensó que el solo se estaba adelantando para disipar sospechas. Al entrar todos rodeaban a la Hyuuga quién hablaba animadamente con Ino. Hanabi se levantó al verlo entrar y caminó hasta el.

Sakura pasó chocando su hombro con el de la Hyuuga quién se tambaleo, hasta que Gaara la sostuvo de la cadera, llevó su mano derecha hasta el mentón de esta y pegándola a su torso le dijo.

— ¿Estas bien mi ángel?

Dios, ¿Perdió el conocimiento? ¿Era un sueño? Todas las miradas se posaban sobre Gaara y Hanabi, mientras que los ojos flameantes de la Haruno desaparecían tras la puerta.

— S-si…


Y así transcurrió el resto de esa hora, Gaara alardeaba sobre la exuberante belleza de su hermosa “prometida” mientras Hanabi solo asentía, ardiendo por el suave tacto de Gaara. Las horas pasaron con una lentitud agobiante.

Gaara y Hanabi ardían de deseo. El pelirrojo había comprobado el delicioso aroma de su acompañante, y deseaba hundirse en él mientras escuchaba esa melodiosa voz llamándolo, rogándole más placer. Paso el resto del día imaginándose como le haría el amor, y no se despegó de ella en ningún segundo, cada tanto le propiciaba caricias indecentes, y sonreía ante el suave temblor que la recorría.

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